VON HILDEBRAND DIETRICH El Corazón

 ¿Tiene el cristianismo algo que ver con el corazón humano?, ¿con el amor humano o divino? La respuesta parece tan claramente afirmativa que el lector se podría asombrar de que nos hayamos planteado la pregunta. Conocemos muy bien importantes textos bíblicos que sitúan la caridad —el amor— en el centro mismo del Nuevo Testamento. Así, San Pablo escribe: «Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia, y aunque tuviera tanta fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Y si repartiera todos mis bienes en alimentos, y si entregara mi cuerpo para alcanzar gloria, si no tengo caridad, de nada me sirve» (1 Co 13, 1-4).