ARTHUR JAMES Virtud


 Acostumbraba a congratularme de la certeza de una vida feliz que disfrutaba, encomendando mi felicidad a algo duradero y distante, en lo que siempre se podría hacer algún progreso, al tiempo que nunca podría agotarse con un logro completo. Esto me fue muy bien durante varios años [...] Pero llegó el momento en que desperté de esto como de un sueño.