AROCENA FÉLIX MARÍA, En el corazón de la liturgia,

Este libro ensaya algo verdaderamente difícil: decir palabras acertadas sobre lo inefable. Me refiero a esa membrana que une y a la vez separa al hombre del Misterio de Dios en medio de una ósmosis tan misteriosa como real: la divina liturgia. Inefable no solamente en el sentido etimológico de la palabra –lo que no es posible expresar–, sino también porque la profundidad misma del Misterio impide acotarlo en palabras. Cualquier libro o discurso al respecto será insuficiente. Pero precisamente por ser inefable es por lo que siempre hay ocasión de decir algo, de intentar otro ensayo. El Cristianismo es la religión de la Encarnación: toda palabra, figura, ritmo, sombra pueden ser relumbres del Misterio. La pregunta es qué ojos, qué oídos, qué manos son precisos para percibirlos y acogerlos. Comenzaré, por tanto, resaltando la carga evocadora de una frase pronunciada hace muchos siglos –según afirma una leyenda– en tierras de Rusia.