FILGUEIRAS AGUSTÍN Orar con una sonrisa diaria

 «¿Has sorprendido alguna vez a tu corazón en flagrante delito de oración?» Evoco aquí una experiencia muy concreta que todos nosotros hemos realizado alguna vez a lo largo de nuestra vida, ya sea al encontrar a un auténtico hombre de oración, ya sea al leer un libro que nos sumerge de golpe en el misterio de la relación del hombre con Dios. Los escritos de Silvano tienen este efecto sobre mí; no puedo leerlos sin que la oración se apodere inmediatamente de todo mi ser y que no me abandone. Una madre de familia me confesaba un día que se sentía invadida por «bocanadas de oración» en medio de sus ocupaciones domésticas, en tanto que la oración le resultaba seca y difícil.