CANTALAMESSA RANIERO Hermana muerte

El Eclesiástico comienza su tratado sobre la muerte con estas palabras: “¡Oh, muerte, qué amargo es tu recuerdo!” Se busca consolarse de la muerte diciendo que es un destino común, que es el decreto del Señor, que vivir diez, cien o mil años no hace gran diferencia, ya que al final es necesario morir (cfr. Ecli 41, l ss).