MINUCIO FÉLIX, Octavio

 Minucio Félix, que probablemente procedía del norte de África, era un abogado converti­do al cristianismo que ejercía su profesión en Roma. Los escasos datos que conocemos de su vida hacen suponer que vivió en la segun­da mitad del siglo II y comienzos del III. El Octavio, el único escrito suyo que ha lle­gado hasta nosotros, es uno de los primeros testimonios de la apologética cristiana escri­tos en latín. Se trata de una obra breve en forma de diálogo que presenta interesantes peculiaridades. En primer lugar, se apoya en modelos de la tradición clásica pagana y ela­bora un discurso culto, muy cuidado desde el punto de vista literario. Es, pues, un valio­so testimonio del proceso de recepción de la tradición cultural grecorromana que tiene lugar en el seno del cristianismo y que cons­tituye uno de los primeros ejemplos de la inculturación. Por otra parte, a lo largo del diálogo no se cita literalmente ningún texto de la Sagrada Escritura, caso único en la apologética cristiana, aunque sí se encuen­tran referencias indirectas a algunos pasajes, sobre todo del Nuevo Testamento. Esta actitud obedece al deseo de acercar el mundo pagano culto al cristianismo, hacien­do ver que la religión cristiana es algo razo­nable. En contraste con el Apologético de Tertuliano, en el Octavio la defensa del cris­tianismo se sitúa en un plano filosófico y natural, sin apelar a los misterios sobrenatu­rales que resultarían difíciles de aceptar a la mentalidad pagana.