Olaizola José Luis San Josemaría Escrivá Crónica de un sueño

 El catolicismo de 1928 puede entender que un vinatero pague sus diezmos y primicias, vaya a misa los domingos, ayune en Cuaresma y sea un honrado padre de familia. Ahí se fija el listón. ¿Que el vinatero aspira a más? Pues, cierre el negocio y váyase a un convento. Pero Escrivá no solo dice que ese vinatero puede ser santo, sino que su camino de santidad es justamente la vendimia, la crianza y la venta del vino... Más aún: es ahí, en su oficio y en su mundo, donde Dios le espera.