DE MARCHI CARLO La vida un tiempo para amar

«NUNCA TENGO TIEMPO PARA REZAR. Cuando puedo, no tengo ganas, y las pocas veces que tengo tiempo y ganas, me duele la cabeza...».
Muchos nos reconocemos en estas afirmaciones desconsoladas. Nos sentimos íntimamente llamados a rezar, y estamos convencidos de que es algo bueno. Pero después, cuando se nos pregunta en concreto, no sabemos qué hacer y tenemos la sensación de que es algo demasiado complicado y que requiere demasiado esfuerzo: «Sí, podría rezar ahora, pero hace demasiado calor... más tarde hará demasiado frío... en medio del tráfico resulta imposible, pero aquí hay demasiado silencio y yo necesito estar entre la gente».