DIEGUEZ JULIO, Sin que él sepa como

El Señor nos hace notar que la semilla de la vida cristiana que Él mismo ha sembrado en nuestras almas, crece y se desarrolla más allá de lo que nosotros somos capaces de percibir. Naturalmente, esto no sucede contra nuestra libertad o al margen de nuestra libertad, sino precisamente desde ella. La acción de Dios ha de ser secundada libremente, pero los efectos de esa actuación libre son mucho más profundos de lo que cada uno de nosotros podría producir o incluso esperar. La gracia transforma al hombre en Cristo, “sin que él sepa cómo”, pero no sin su cooperación libre.