ZABILDEA DIEGO Agradar a Dios

«Que yo vea con tus ojos, Cristo mío»1. Así rezaba san Josemaría el 19 de marzo de 1975. Y así querríamos rezar también nosotros, a la vuelta de casi cincuenta años. Sí, nos ilusiona mirar el mundo, nuestra vida, nuestras cosas, con los ojos de Jesús. Con esa mirada todo cobra su verdadero sentido. Desaparecen los engaños, las confusiones, los escondites en los que buscamos refugios inciertos. Si miramos como él, si le dejamos mirar a través de nosotros, nos concentramos en lo único verdaderamente importante: la libertad y la gratuidad del amor de Dios; el amor que Dios nos da, para que también nosotros lo demos, con ese mismo espíritu, a nuestro alrededor (cfr. Mt 10,8).