Resulta fácil explicar los rasgos aparentemente contradictorios que se han atribuido a veces a su persona: dogmático y relativista, intransigente y tolerante, conservador y progresista, fideísta y racionalista... Newman mantiene siempre su espíritu en la tensión entre lo relativo y lo Absoluto que aquél reclama; entre la realidad parcial y la totalidad que la sustenta y la explica; entre la «sombra» y la «Verdad». Esto hace que nunca sea un hombre satisfecho con lo que ha conseguido, y no obstante lo considera todo como algo suficientemente valioso y necesario para continuar labrando un camino hacia la Verdad absoluta.