JERÓNIMO SAN La virginidad perpetua de María bendita

 No siento ningún deseo de trasladarme a los campos de la elocuencia, no nos valemos de las trampas de los lógicos o las espesuras de Aristóteles. Nosotros utilizaremos las verdaderas palabras de la Escritura. Que Elvidio sea derrotado por las mismas pruebas que ha utilizado contra nosotros, para que pueda ver que era posible para él leer lo que está escrito, y aún así ser incapaz de discernir la conclusión establecida de una fe sólida.