Hombres previsores de esa época percibieron que si la catástrofe se consumaba, si la revuelta tenía éxito (y lo tuvo), nuestra civilización quedaba en peligro y posiblemente, a la larga, sería destruida.
Esto fue lo que en realidad aconteció. Europa y toda su cultura está ahora seriamente en peligro y en no pequeño peligro de ser destruida por su desintegración interna: y esto es, en último término, el fruto de la gran revolución religiosa que empezó hace cuatrocientos años.