Ciertamente no es tarea fácil abarcar la plenitud de su pensamiento y su obra, y nuestro vaso será pequeño para verter en él el copioso raudal, la trémula inmensidad de su espíritu oceánico. Con todo, él mismo nos ha facilitado la tarea de comprensión y nos ha dejado abierta la senda que nos conduce a su intimidad, de horizontes vastísimos, que dan al cielo, a la tierra y al abismo. Las Confesiones son la fuente indispensable para conocer a San Agustín y el libro maravilloso y divino, porque no encubre lo humano, antes bien lo describe con una penetración y acierto que pocos genios han conseguido.