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os misterios del Hombre-Dios no sólo son modelos dignos de nuestra consideración, sino que encierran en sí mismos incomparables tesoros de mérito y de gracia. De su virtud omnipotente, Jesucristo siempre vivo, opera la perfección interior y sobrenatural de sus estados en todos aquellos que se sienten movidos por el deseo sincero de imitarle y que por medio de la fe y del amor se ponen en contacto directo con Él.
A la luz, pues, de estas verdades, ha expuesto el autor los principales misterios de Jesús.