THIBON GUSTAVE, La crisis moderna del amor

Si queremos definir la fidelidad en su esencia, diremos que consiste en el rechazo del cambio. El comerciante que firma una letra pagadera en un año proclama implícitamente: dentro de un año, mis intenciones sobre este punto serán las mismas: tendré, como hoy, la voluntad de pagar esa suma. De igual modo, el esposo, el amigo, el sacerdote fieles son los que no cambian nunca.
En todas partes, el sentido común sitúa espontáneamente la fidelidad entre los valores humanos más elevados. No es casual que epítetos tales como «voluble», «variable», «inconstante», aplicados a un hombre, revistan un sentido peyorativo. El ser víctima del devenir es considerado como un tipo inferior de humanidad.