Mientras reflexionaba
entonces sobre cuál sería el tema más elegible tanto para prepararme para la
muerte como para asistir a otros a vivir bien, se me ocurrió la Muerte de
Nuestro Señor, junto con el último sermón que el Redentor del mundo predicó
desde la Cruz, como desde un elevado púlpito, a la raza humana. Este sermón
consiste de siete cortas pero profundas sentencias, y en estas siete palabras
está contenido todo lo que Nuestro Señor manifestó cuando dijo: “Mirad que
subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo lo que los Profetas escribieron sobre
el Hijo del Hombre”