Era casada y tuvo tres hijos, dos de los cuales murieron de niños, y el tercero se casó y fue un buen cristiano, siguiendo los ejemplos de su madre. Por su parte Francisca, cuando quedó viuda, entró al monasterio fundado por ella de Torre de los espejos. Eran oblatas de la Orden de los benedictinos del Monte Oliveto, siguiendo la Regla de san Benito, y en ella estuvo los últimos cuatro años de su vida hasta su muerte en 1440.