Un ejemplo luminoso para todos y, de modo especial, para los sacerdotes. Por ello, la Iglesia lo nombró patrono de todos los sacerdotes. Vivió su sacerdocio de modo eminente, agradeciendo cada día a Dios ese gran don inmerecido e inmerecible. Decía que el sacerdocio es el amor del Corazón de Jesús. En su parroquia se esforzó cuanto pudo por hacer a todos adoradores eucarísticos. La Eucaristía era el centro de su existencia.
LEER LIBRO