Se trataba, entre otras cosas, de definir quiénes podían caer dentro de la denominación de «lunáticos», «débiles mentales», «locos», con la intención de poder tratarlos del modo conveniente: para distinguirlos de los criminales comunes y evitar que se les encerrara en prisiones –con sus castigos inherentes–, se proponía un análisis de los casos, un registro y un internamiento en instituciones específicamente creadas para ellos.