GÓMEZ-ACEBO ISABEL El santo olvidado

Entre los reyes de Castilla y los nobles feudales se fueron construyendo, en lugares estratégicos de la zona, murallas, torres-fortaleza e iglesias, edificios comunes que nacieron a la vez como defensa y devoción a los futuros habitantes. El turno a Caleruega le llegó hacia 1136, fecha en la que llegaron los primeros vecinos, generalmente de tierras más al norte, para instalarse en la nueva villa como ciudadanos libres, en régimen de behetría. Esta condición les obligaba a diferentes tributos y prestaciones personales, como labrar las tierras del señor feudal, recoger su vendimia, facilitarle carros de leña y proporcionarle el yantar, que se materializaba fundamentalmente en miel y algunas gallinas. A cambio, los que vivían intramuros, cuyas llaves guardaba el señor, se podían acoger al derecho de vecindad y disfrutar de su defensa y privilegios.