“Dios es fuego devorador” , dice la Biblia ( Dt 4,24); y Jesús afirma: “He venido a traer fuego sobre la tierra, y ¡cuánto desearía que ya estuviera ardiendo!” ( Lc 12,49); y en Pentecostés los apóstoles recibieron “lenguas como de fuego” quedando llenos del Espíritu Santo ( Hech 2,3-4). Esta cualidad de Dios, revelada en Cristo y que permanece en su Iglesia por obra del Espíritu, se hizo visible de modo particular en el Padre Alberto Hurtado s.j.
Quienes lo conocieron recurren frecuentemente a la imagen del fuego para describir su vida: “Su fuego era capaz de encender otros fuegos” afirmó Mons. Francisco Valdés. El P. Damián Symon –su director espiritual– dijo que cuando Alberto tenía veinte años, su corazón era como “un caldero en ebullición”.