El cardenal Montini fue elegido papa el 21 de junio de 1963. Era el candidato indiscutible por la experiencia de sus 17 años en la Secretaría de Estado y por sus nueve años como arzobispo de Milán. Al morir Juan XXIII había afirmado que el testamento de Juan XXIII no podía quedar encerrado en un sepulcro. A él le tocó recoger con fidelidad la herencia de su predecesor. Fue un papa providencial para terminar el Vaticano II y dirigir su aplicación con humildad y fortaleza, con prudencia y valentía.