RONCHI ERMES Los besos no dados

 Este es el sueño de Dios: que nadie esté solo en la vida y que ninguna casa se encuentre sin la fiesta del corazón. Que nadie esté sin «cariño», esa necesidad propia del hombre y la mujer de compartir la vida emocional con otras personas, por medio de relaciones íntimas y estables, por medio de la disponibilidad y la confianza.
En estas relaciones Dios te acaricia, te toca. Lo hace en un día en que estás tan ebrio de alegría y de amor como para decir, a las criaturas que amas, palabras profundas, absolutas y que aspiran a ser eternas; o bien en un día de lágrimas, en el abrazo del amigo, o cuando en el desierto de los días siempre iguales, eres sorprendido por lo nuevo, por lo inaudito.