RODRÍGUEZ JOSÉ V. 365 días con Juan de la Cruz

A quien recorra con ánimo de esponja y despaciosamente las páginas sanjuanistas le viene posiblemente el recuerdo de aquel diálogo que tuvo fray Juan con Magdalena del Espíritu Santo, gran carmelita descalza. Lo cuenta ella, que fue la primera copista de los poemas de fray Juan: «Causándome admiración, dice, la viveza de las palabras y su hermosura y sutileza, le pregunté un día si le daba Dios aquellas palabras que tanto comprendían y adornaban; y me respondió: “Hija, unas veces me las daba Dios, y otras las buscaba yo». Desde entonces ha tenido el santo tantos admiradores y tantos que se han visto cautivados por el embrujo musical de sus poemas. Y desde el «engolosinamiento» de la poesía han pasado a alimentarse de la exégesis dada por el propio poeta.