SILVESTRE JUAN JOSÉ, El tiempo de una presencia

 La historia no es una simple sucesión de siglos, años, días, sino que es el tiempo de una presencia que le da pleno significado y la abre a una sólida esperanza»1. Estas palabras de Benedicto XVI, que han inspirado el título de este libro, describen la esencia del año litúrgico, «celebración del misterio de Cristo en el tiempo». En la liturgia Dios se hace presente entre nosotros y realiza nuestra salvación de un modo misterioso pero real: tan real como cuando Cristo era visible sobre la tierra. «El año litúrgico, alimentado y seguido por la piedad de la Iglesia, no es una representación fría e inerte de cosas que pertenecen a tiempos pasados, ni un simple y desnudo recuerdo de una edad pretérita; sino más bien es Cristo mismo que persevera en su Iglesia y que prosigue aquel camino de inmensa misericordia que inició en esta vida mortal cuando pasaba haciendo el bien, con el fin de que las almas de los hombres se pusieran en contacto con sus misterios y en cierto modo vivieran por ellos».