MARTÍNEZ LUIS MARÍA El Espíritu Santo y la oración

 Cuando se contempla con atención y con amor una obra maestra, por ejemplo, una magnífica catedral, se comienza por admirar el prodigioso conjunto, y se siente la impresión de unidad y de armonía que aquella obra de arte produce en nuestro espíritu; y después de haber contemplado el conjunto bellísimo, sentimos la necesidad de ir admirando cada uno de los pormenores que la componen, y de una manera especial nos sentimos inclinados a estudiar de preferencia el elemento artístico, que es como inspirador de toda aquella obra que tan honda impresión produce en nuestro espíritu.