SÁNCHEZ-REY ALFONSO Dios en mi agenda


 La agenda es una cosa buena. A las personas «importantes»: ejecutivos, directivos, empresarios... no les queda más remedio que hacerse a ella: tienen tantas  cosas  que  hacer  que  han  de  llevar  un  control más estricto para llegar a todo y con eficacia.
Quizá  por  eso  hay  quienes  piensan  que  es  de  gente demasiado ordenada o sumamente concienzuda.
Gente que  se  preocuparía  de  tener  allí  muy  bien  colocadas sus cosas como si se tratara de un armario o un escritorio,  tan  pulcro que  casi  da  apuro  mirarlo.  Todo en su lugar, con sus cajones o sus estanterías minuciosas.