Una figura como la del Padre Pío, con su costado sangrante, con los estigmas en pies y manos durante cincuenta años; que se enfrentaba físicamente al demonio con frecuencia; que tenía el don sobrenatural de profetizar y de conocer el interior de las conciencias; el don de bilocación en repetidas ocasiones, etc.; un santo con estas características ha sido suscitado por Dios para sacudir la incredulidad de nuestro siglo y para escándalo de las mentes secularizadas.