La oración contemplativa desarrolla una nueva manera de mirar todo lo que sucede a nuestro alrededor. Es un don que satisface nuestro deseo natural de unirnos a Dios en las circunstancias más diversas.
A lo largo de nuestra vida de oración también aparecerán dificultades o dudas. Hay muchas razones para pensar que en esos momentos Dios está especialmente cerca.
El lenguaje de la oración es misterioso: no podemos controlarlo pero, poco a poco, experimentamos que cambia nuestro corazón.
Dios habla en voz baja, pero constantemente; en la Sagrada Escritura -especialmente en los Evangelios- y también a través de nuestro interior.