El motivo por el que Agustín compuso esta obra lo expone claramente el autor en el prólogo: «Cuando leí con una cierta rapidez las Sagradas Escrituras llamadas canónicas y comparé las traducciones con las de otros códices, hechas sobre la versión de los Setenta, me pareció útil recoger en un escrito algunas cuestiones que me venían a ia mente para que no se me olvidaran, ya se tratara de recordarlas brevemente, ya sólo de proponerlas, incluso con algún detenimiento, ya de solucionarlas de algún modo, aunque fuera muy rápidamente. No se trataba de explicarlas exhaustivamente, sino de poder echar un vistazo cuando tuviera necesidad de hacerlo, o para comprobar qué tenia aún que investigar, o para estar dispuesto no sólo para pensar, sino también preparado para responder, según mis posibilidades, a partir de lo que me parecía ya suficientemente investigado».