La misericordia de Dios es la sabiduría que viene de lo alto, la medicina que puede curar el mundo, porque es la única lógica que verdaderamente lo abraza. «Dios es un Padre –¡tu Padre!– lleno de ternura, de infinito amor» –Y los hijos de Dios estamos llamados a acoger esa ternura, y a transmitirla al mundo entero, tan necesitado de comprensión, de perdón, de paz: de esa sabiduría que parece ingenua, pero que es la mirada más lúcida al corazón del hombre, porque es la mirada de Dios.