Siemp
re estaba dispuesto a perdonar a todos. Amaba a los indios con tal intensidad que quería verlos a todos cristianos y, cuando ellos mataban y asaltaban las misiones, siempre pidió que fueran moderados en el castigo y que los perdonaran, porque de otro modo se alejarían definitivamente y no podrían convertirlos a la fe cristiana.
Varias veces se encontró en peligro de muerte, pero nunca retrocedió en sus planes de llevarles el mensaje cristiano. Con frecuencia se enfrentó a las autoridades que le ponían trabas y denunció los abusos de algunos soldados contra sus amados indios.