MATEO-SECO LUCAS Dios Padre

«Habíamos empezado con plegarias vocales, sencillas, encantadoras, que aprendimos en nuestra nifi.ez, y que no nos gustaría abandonar nunca. La oración, que comenzó con esa ingenuidad pueril, se desarrolla ahora en cauce ancho, manso y seguro, porque sigue d paso de la amistad con Aquel que afirmó: .MJ soy el camino (Ioh XIY, 6). Si amamos a Cristo así, si con divino atrevimiento nos refugiamos en la abertura que la lanza dejó en su Costado, se cumplirá la promesa dd Maestro: cualquiera que me ama, observará mi doctrina, y mi Paáre le amará, y vmtlremos a éL y haremos mansión ámtro de él (loh XIY, 23).