El escándalo de los sacerdotes que han abusado de
menores ha sido un tema recurrente en los medios de comunicación durante mucho
tiempo. De modo que se ha creado un pánico moral o un miedo a los sacerdotes,
como si todos fueran iguales o como si el asunto fuera tan extendido que fuera
una amenaza mundial, en especial para los católicos que llevan sus hijos a la
catequesis o grupos parroquiales. Se ha querido desprestigiar a la Iglesia católica con estos
escándalos como si fuera la única Institución corrompida y, por tanto, sin
ninguna autoridad moral para exponer su doctrina y sus enseñanzas al mundo.