MANGLANO JOSÉ PEDRO, El libro de la misa

Cada domingo, en misa, se encendía una lucecita en su cabeza que le hacía presagiar, detrás de lo que veía, un mundo desconocido y misterioso. Aunque las explicaciones de los mayores le resultaban poco comprensibles, algo le hacía suponer que la misa debería ser más fácil para los niños. “¡Es que las personas mayores…!” Se había dado cuenta de que los mayores están tan necesitados de comprenderlo todo, de razonarlo todo, de controlarlo todo… que les cuesta mucho ver lo invisible. Son tan esclavos del espacio… que solo ven los metros cuadrados que tienen delante. Son tan esclavos del tiempo… que todo lo que ocurre lo colocan ahora, antes o después.