Se ha hecho difícil en estos tiempos publicar libros voluminosos, lo cual, lejos de aligerar el trabajo de los autores, lo hace más pesado. Para tratar con suficiente profundidad el tema de la presente obra habría sido necesario emplear doble número de páginas. Nos hemos visto obligados, pues, a aligerar, reducir y resumir, hasta el punto de que, al releerlo, nos preguntamos si habremos respetado al menos todo lo esencial. ¿No habría sido conveniente dedicar un amplio capítulo a la naturaleza de la episkopé en la Iglesia y cómo se ordena al testimonio de la comunidad cristiana en cuanto tal? ¿No habremos limitado excesivamente la documentación histórica, sobre todo por lo que se refiere a las apelaciones a Roma? ¿No se echa en falta una exposición documentada sobre la vinculación entre sinodalidad de las iglesias y colegialidad? ¿No habremos suprimido demasiadas referencias bibliográficas que habrían sido útiles para quien quisiera proseguir la reflexión?