Porque el hombre tiene un valor tan alto a los ojos de Dios, que Él mismo ha decidido asumir nuestra carne y nuestra sangre, a fin de poder com-padecer con el hombre. Las catorce estaciones del Via crucis son la mejor demostración. Como escribía Benedicto XVI en el número 39 de Spe salvi: «Por eso en cada pena humana ha entrado alguien que comparte el sufrir y el padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la consolatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza».