CANTALAMESSA RANIERO La fuerza de la Cruz

 

Hay un único día al año en que el centro de la liturgia de la Iglesia y su momento culminante no es la Eucaristía sino la Cruz; no es el sacramento, sino el acontecimiento; no es el signo, sino lo significado. Ese día es el Viernes Santo. En él no se celebra la Misa, sino que sólo se contempla y se adora al Crucificado. Las reflexiones que ofrecemos en estas páginas nacieron precisamente en ese clima y para ese momento. Son unos comentarios a la lectura de la Pasión de Cristo que han venido teniendo lugar en la Basílica de San Pedro del Vaticano, en presencia del Papa, durante la liturgia de cada Viernes Santo de los últimos veinte años de este siglo XX recién concluido. Estas reflexiones, juntas, constituyen algo así como una meditación prolongada sobre el Crucificado. Unas veces en tono de anuncio, otras más contemplativo. Al fin, como otras tantas estaciones de un viacrucis especial centrado en la Palabra de Dios.