No hay cosa que así desconcierte al hombre moderno como los comentarios escriturísticos de los Padres de la Iglesia. Porque, si es verdad que le asombran la plenitud de su teología y la elevación de su ascética, que otorgan a dichas obras riquezas piadosas no igualadas, también lo es que le desorientan ideas totalmente extrañas, que echan por tierra sus hábitos mentales. ¿Consecuencia? Una lamentable mengua del aprecio y estima de la exégesis pa¬trística, que con tonos más o menos subidos es fácil encontrar en no pocos de nuestros contemporáneos.
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