AGUILÓ ALFONSO, Educar el carácter

En el interior de un chico o una chica de trece a dieciocho años late un desarrollo casi imposible de medir. Es como una primavera de la vida que fluye con una riqueza extraordinaria. Quienes no tratan con gente joven —o lo hacen con lejanía— no sospechan siquiera cuántas dudas, cuántas tempestades, cuántos afanes apasionados lleva consigo la transformación del espíritu adolescente.
Para los padres, ayudar a sus hijos en la formación del carácter y la personalidad —para los que estas edades constituyen una etapa clave— ha de resultar un deber ineludible y al tiempo una satisfacción inmensa.

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