Nos lo recuerda de manera muy
clara Benedicto XVI: «La vida es como un viaje por el mar de la historia, a
menudo oscuro y borrascoso, un viaje en el que escudriñamos los astros que nos
indican la ruta. Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que
han sabido vivir rectamente. (…) Jesucristo es ciertamente la luz por antonomasia, el sol que brilla sobre todas
las tinieblas de la historia. Pero para llegar a Él necesitamos también luces
cercanas, personas que dan luz reflejando la luz de Cristo, ofreciendo una
orientación para nuestra travesía» .