Al meditar sobre el celibato apostólico no puede ignorarse la existencia de un problema fundamental de comprensión. En efecto, si se afronta fríamente desde el punto de vista de una teología o un Derecho canónico insuficientes, se encuadra en la disciplina del estado sacerdotal o de la «vida consagrada por la profesión de los consejos evangélicos». Y, en el caso de que se observe por parte de psicólogos o sociólogos no creyentes, el celibato suele superficialmente reducirse a un fenómeno de represión patológica de la afectividad, o incluso de desorden biológico, causa de transgresiones sexuales a veces delictivas.
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