Ya es casi un lugar común afirmar que estamos viviendo en un mundo relativista. Parece que toma realidad en nuestra época la letra anticipadora del tango Cambalache: Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor. Toda opinión tendría el mismo valor. Instituciones que parecían inmutables cambian de fisonomía. Verdades indiscutibles hace décadas hoy son objeto de crítica, cuando no de burla.
En este contexto, es muy recordada la frase del cardenal Ratzinger, antes de ser elegido como sucesor de Juan Pablo II, acerca de la dictadura del relativismo. Pero cabe preguntarse: ¿qué es el relativismo? Y también es legítima otra pregunta: ¿qué entiende Benedicto XVI por relativismo?
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