Mi carta quiere abrirte la puerta al descubrimiento gozoso de un tiempo nuevo y real que ha entrado ya, o quiere entrar, en tu vida. ¿Qué clase de tiempo? ¿Cómo nos penetra y sana de nuestras neurosis y de la angustia del paso de los días? ¿Por qué no nos hemos fijado hasta ahora en este don espléndido y esta fantástica posibilidad? ¿De qué modo la acogida de ese don cambia nuestra vida? Esta carta quiere responder a algunas preguntas como éstas. Espero que no tengas que decir después de haber leído las primeras líneas: «Perdón, no me queda tiempo para seguir leyendo», sino que sabrás reservarme algún retazo de tiempo que te permita escuchar la bonita noticia que quiero darte.
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