No se parecía a los que destacaron por su protagonismo en una época en que todos deseaban tener un papel muy importante en el complejo escenario de la vida nacional. Era de los que discretamente se tomaban en serio lo que había que hacer, cediendo los honores, los primeros puestos y las alabanzas a los demás. Pero todos lo conocían. Sabían dónde estaba el Padre Poveda dispuesto siempre a escuchar y a animar.
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