En un encuentro multitudinario con San Josemaría Escrivá de Balaguer en la Escuela Deportiva Brafa de Barcelona, en noviembre de 1972, San Josemaría Escrivá interrumpió el hilo de la conversación para decir que debía terminar ese encuentro, pues lo esperaba un hijo suyo que estaba muy enfermo y recordó brevemente su vida de servicio a Dios en España, Inglaterra, Irlanda, Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y Holanda...
Un rato después en esa conversación, que tendría lugar en la Ciudad Condal, ambos presintieron que no se verían más, pero los dos disimularon. Al terminar el encuentro, San Josemaría Escrivá comentó a un grupo de personas de la Obra: “Hoy he estado con un hermano vuestro... Tengo que hacer unos esfuerzos muy grandes para no llorar, porque os quiero con todo el corazón (...). Hace unos meses que no lo había visto. Me ha parecido un cadáver ya... Ha trabajado mucho y con mucho amor. Quizá el Señor ha decidido darle ahora, ya, la gloria del Cielo”.
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Un rato después en esa conversación, que tendría lugar en la Ciudad Condal, ambos presintieron que no se verían más, pero los dos disimularon. Al terminar el encuentro, San Josemaría Escrivá comentó a un grupo de personas de la Obra: “Hoy he estado con un hermano vuestro... Tengo que hacer unos esfuerzos muy grandes para no llorar, porque os quiero con todo el corazón (...). Hace unos meses que no lo había visto. Me ha parecido un cadáver ya... Ha trabajado mucho y con mucho amor. Quizá el Señor ha decidido darle ahora, ya, la gloria del Cielo”.
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