Actualmente los convertidos al Catolicismo son, en gran parte, hombres de mérito y personalidad. Claro que los millares de sencillos hermanos que también se convierten, no figuran separadamente más que en los registros parroquiales y en el Corazón de Dios; ya no se preocupa nadie de escribir su conversión. Tal vez, de escribirse, no nos dejaría menos maravillados la ruta de lo gracia, en esos «pequeños». Pero de hecho, los hombres nos impresionamos más por las biografías de «los grandes».
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