Un santo pequeño a los ojos del mundo, un simple hermano lego franciscano, que hacía las tareas más humildes del convento, pero que ante Dios era el más grande y santo. Su bondad y amabilidad hacía que todos se sintieran atraídos hacia él. A todos servía y atendía con caridad, especialmente a los pobres, a quienes servía de comer todos los días.
LEER LIBRO