Una
breve oración en la iglesia ortodoxa de Nuestra Señora de Kazán ante un icono
de la Virgen venerado con gran devoción en el país llenó su alma de paz y de
agradecimiento. El sueño se había hecho realidad. Las torres de la iglesia de
San Basilio, los muros del Kremlin, el mausoleo de Lenin y la cola de curiosos
en espera de pasar ante su momia fueron testigos mudos y silenciosos de esos
momentos. En el corazón de Javier Echevarría, el tiempo, las luces del mediodía
dieron paso a un pálpito de eternidad.